Es casi una verdad consagrada, casi un axioma de la equitación, incluso de la etología, que el caballo aprende por repetición.
A mi modo de ver, la repetición como método, debe ser revisada con algo de cuidado.
Sin alcanzar los extremos filosóficos que señalan que en la repetición no se repite lo mismo sino que lo que acontece es la diferencia, debemos considerar en primer lugar qué entendemos por repetición.
El sentido común puede asegurar que repetir es realizar la misma acción.
Pero en este sentido, cuando nos enfrentamos con un problema, es válida la sentencia que se le atribuye a Einstein que loco es el que hace lo mismo y espera un resultado diferente · locura es repetir siempre las mismas cosas y esperar resultados diferentes ...
Podemos extender el concepto y decir que, si es por repetir, uno intenta repetir aquello que ha salido bien.
En este orden, repetir en la educación del caballo equivale a cimentar, hacer sólida una conducta aprendida. Todo lo contrario a machacar en el error. Sólo es dable repetir (y pocas veces!) aquello que ha salido bien.
Cuando repetimos y el resultado no llega, lo que en realidad hacemos es insistir. Insistir probablemente en un error. Y digo así porque la mayoría de las veces cuando algo no sale es porque estamos cometiendo algún error, de tal modo que la insistencia es sólo repetir las condiciones del error.
Recapitulando diremos entonces que no es la insistencia lo que conduce al éxito, sino el tener los elementos en condiciones para hacer el recorrido que conduce al resultado esperado.
No es la obstinación (basada en el supuesto falso de que tenemos razón) la que asegura por persistencia un resultado exitoso, sino la disposición sicológica del caballo la que nos permitirá pedir y obtener lo que pedimos.
Los requisitos de tacto, flexibilidad, permeabilidad, serenidad y relajación son las condiciones que subyacen en todo ejercicio bien realizado, de tal modo que son ellas por las que hay que velar. Todo esfuerzo, toda insistencia, cualquier repetición que nos mostrará obstinados y porfiados, se volverá inútil si no cultivamos las cualidades sicológicas y la disposición física de nuestro caballo.
miércoles, febrero 25, 2009
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2 comentarios:
Lo sensorial, la percepción, la suavidad y la comunicación no verbal crean la conexión sutil entre el ser humano y el caballo. Ese entendimiento es casi inexplicable, siendo entonces necesario experimentar.
Yo creo que cuando experimentas una cosa así, ya no puedes dejarlo nunca más. Es un vínculo tan personal y fuerte que es indestructible.
Saludos.
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