Seguramente, como consecuencia de una serie muy elemental, procedemos según el orden impuesto por la ignorancia, a la que sigue como logica consecuencia, el miedo y como correlato inevitable, la violencia.
Como no sabemos, desconfiamos y tenemos miedo, y actuamos tratandonos de imponer por la fuerza.
Como se verá no hablamos de domas inteligentes, ni racionales ni sin violencia... ni domas indias, ni manejos naturales...ni ninguna otra que pudiera exceder esta enumeración... sólo pensamos que aproximándonos a la naturaleza del caballo y a nuestra propia naturaleza, podemos encontrar el vínculo, la relación, que nos una a nuestro amigo.
El caballo es un animal herbívoro, de presa, que vive en manadas dirigidas por un líder (probablemente el más experimentado y no el más agresivo) con un programa genético bastante elemental: subsistir pastando en las mejores pasturas que pueda encontrar, procrear y escapar lo mas rápidamente posible de los depredadores. Lo desconocido para el caballo es una amenaza. Ante lo desconocido el caballo no ataca, huye y no lo piensa dos veces.
En principio pues, para el caballo somos una amenaza, irrumpimos en su escenario y por si no fuera suficiente, ostentamos la imagen de un depredador (nuestra mirada, nuestra actitud...) Así que su respuesta instintiva y correcta es ponerse lo mas lejos posible de nosotros.
Somos nosotros pues los responsables primeros de la actitud de desconfianza del caballo y en tal sentido seríamos los primeros obligados en cambiar las cosas para que esta sospecha caiga desestimada por el caballo: que él cambie su parecer y acabe sopesando la posibilidad de que seamos buena gente. En este sentido de nada sirve que uno esté convencido de tal cosa, el caballo no acepta nuestras garantías, debe comprobarlo por sí mismo.
El trato tradicional busca seguridades (que el caballo pare y no se dispare) y cree que aplicando lecciones dolorosas el caballo acabará “comprendiendo“ lo que le conviene. Pensar de este modo deja entrever una pequeña contradicción, si el caballo es capaz de “comprender“, en este caso por el dolor, por qué no existe una instancia donde darle la oportunidad de comprender sin el dolor?
Con el dolor podemos doblegar al animal, su moral y entereza pero el dolor no enseña. En todo caso reprime, inhibe conductas y respuestas. El dolor no se puede vincular con el aprendizaje, salvo a niveles de respuesta reflejas. El dolor como castigo o como refuerzo negativo sólo puede ser funcional en una mente capaz de abstraer e inferir premisas generales al punto de construir una amenaza ominosa que genere en el sujeto un temor generalizado y un estado de inhibición reverencial.
El caballo no llegará a comprender la lógica del refuerzo negativo como premisa general y/o el castigo como consecuencia de “malos comportamientos“, sólo puede asociar e identificar determinadas situaciones según su experiencia y actuar en consecuencia: lo más probable es que termine asociando el dolor con nuestra presencia (porque somos la constante que se repite en cada experiencia dolorosa), de tal modo que en lugar de poder corregir errores con el recurso del castigo o el dolor, acabaremos sembrando desconfianza. En casos extremos el caballo llegará a identificar al manejador como la causa del problema o dolor y no solo perderá la confianza sino que desatará sus mecanismos de defensa.
domingo, octubre 29, 2006
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