lunes, noviembre 06, 2006

ARGUMENTOS II

Muchas veces la reiteración indefinida de experiencias dolorosas, o simplemente traumáticas porque aturden sus sentidos, no hace más que sumir al caballo en lo que se conoce como respuesta “nihilista“: el caballo se autoinhibe, segrega endorfinas, cancela toda respuesta, intenta pasar desapercibido para no llamar la atención del agresor o se entrega lisa y llanamente a lo inevitable.

El caballo puede reconocer, asociar datos de la realidad conectados inmediatamente pero no puede deducir o inferir premisas generales; puede recordar el dolor ante una experiencia determinada, pero no puede especular o calcularlo como una amenaza tácita latente si no hace lo correcto.

Algunos creen que el hombre puede aprender conductas “convenientes“ de una manera compulsiva, como una rata, por el dolor y el acto reflejo, sin embargo está demostrado que existe un mecanismo de aprendizaje mucho más eficiente que le permite comprender sin necesidad del estímulo negativo (aunque muchos crean que la mejor manera de disciplinar socialmente a un pueblo sea por la fuerza) de tal modo que pedagógicamente esperamos que el hombre aprenda según una estrategia racional.

De la misma manera es dable esperar que el caballo aprenda según su propia estrategia mental.
Ahora entonces nos preguntamos, por qué creemos que el caballo no puede aprender conductas si no es por el imperio de la fuerza? No será por nuetro propio miedo, por nuestra ignorancia, que no le damos la oportunidad al caballo de demostrar su inteligencia?

De hecho en sus rutinas diarias el caballo no deja de aprender conductas apropiadas para su supervivencia sin que nadie le imponga el rigor necesario: aprende por imitación, copiando a su madre... lo único necesario es que el caballo reconozca que esa rutina es buena para su superviviencia o su placer o su comodidad o seguridad y que le venga dada por alguien de su confianza.

El caballo intenta respuestas para aprender... experimenta y saca sus conclusiones. Si ante la respuesta correcta recibe una gratificación estaremos consolidando respuestas adecuadas, correctas, y él mismo intentará repetirlas para repetir el resultado que resultó satisfactorio o gratificante.

El caballo aprende. De hecho está permanentemente atento a los estímulos del mundo exterior, porque de ello depende su supervivencia. Y no sólo aprende, según creen algunos, a repetir simples actos reflejos o respuestas condicionadas por estímulos puntuales de golosinas o dolor.

Según su propia lógica o coherencia produce respuestas hacia el mundo exterior en un todo de acuerdo con una íntima motivación que lo anima. Una vez superada la desconfanza el caballo cederá a su natural y exagerada curiosidad y tratará de incorporar información para sus programas genéticos.

Es en ese espacio donde debemos ubicarnos, superada la desconfanza y abierta la curiosidad, presentarnos como un ser confiable que los ayuda a resolver algunos problemas y sobre todo, que cerca nuestro, está seguro y no corre riesgos. Superar la instancia en la que el caballo aún está a la defensiva ante nuestra presencia porque somos una amenaza desconocida, para lograr su atención, incentivar su curiosidad y establecer una comunicación.

Una vez ganado ese espacio nuestro plan es crear un vínculo.

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