viernes, octubre 22, 2021

Una nota sobre el contacto. Un aporte cibernético



Estos apuntes, como suelo aclarar, no están dirigidos a dar cátedra de equitación. Son solo un modo de compartir la experiencia entre quienes avanzamos a los tropezones. Vamos descubriendo cosas que parecen funcionar y despejando obstáculos que nos impedían disfrutar.

El contacto es un concepto que trata de definir una realidad práctica que suele ser muy esquiva. Hay infinidad de ideas que tratan de aclarar y dar pistas sobre el contacto.

El contacto según la escala de progresión del entrenamiento es un escalón necesario que se eslabona con la impulsión y el equilibrio.

Ahora bien, impulsión y equilibrio de alguna manera están determinando cierto abordaje de la idea del contacto: relacionado con la impulsión, el contacto puede interpretarse como la herramienta para administrar dicha impulsión; y respecto del equilibrio, el contacto parece funcionar como una ayuda para sostenerlo.

En ambos casos la noción de contacto opera como un organizador, y detrás del contacto está la mano (y todo el cuerpo) y la mente del jinete que conjugando estas ideas que mencionamos se compromete con una acción subjetiva de control.

Digámoslo de una vez, toda idea de control suele ser un obstáculo para la práctica ecuestre. El contacto no debería ser abordado como un instrumento con el que el jinete organiza y controla al caballo.

Ayudas de retención o tensiones que soportan el apoyo del caballo lejos de ser funciones del contacto son síntomas de problemas.

Lo primero con lo que quiero ilustrar mi comentario es con un juego de palabras. El contacto alude al tacto: el contacto debe pensarse como montar con-tacto… aquella apelación milenaria al tacto ecuestre.

Teniendo esto como referencia vamos a pedir prestado de la ciencia de la información algunas consideraciones que pueden ser útiles.

La comunicación supone algunas realidades concretas: un canal de información, una información a ser transmitida y recibida, y un emisor y un receptor en sintonía con la modulación del mensaje.

El contacto es sin lugar a dudas un puente de comunicación con el caballo. En tanto puente de comunicación supone un ida y vuelta: enviamos tanta información como cuanta recibimos. Y para que esa información sea transductiva y produzca efectos en el sistema debe intercambiarse entre emisores y receptores que tengan la capacidad de modular el mensaje.

La mano del jinete no está ahí para enviar órdenes (mucho menos imposiciones autoritarias que no consideren si el receptor está en condiciones de interpretar el mensaje) sino para recibir información de la boca del caballo y eventualmente devolver información convergente al funcionamiento del sistema.

De este esquema se desprende una premisa fundamental que es básica en la cibernética, la intensidad con que se modula el mensaje debe canalizarse dentro de los parámetros del canal de información. La información no debería llevar una intensidad que haga zozobrar el puente ni mucho menos usar el puente (la rienda) como mensaje.

Esto es someramente lo que quería compartir, pensar el contacto como una vía de comunicación que reciba y devuelva información de tal modo que el puente no se rompa y permita que la información fluya en ambos sentidos.

La rienda es un puente entre la boca y la mano del jinete a través del cual se comunica e intercambia información necesaria para el funcionamiento del sistema.