viernes, enero 04, 2019

Cuestiones técnicas y flexiones del posterior

Todavía persiste una discusión de contenido ético acerca de si montar a caballo es un abuso sobre los derechos de los animales... creo que es un debate imposible de resolver al menos al día de hoy. 
Por debajo de este principismo moral todavía subyace la discusión sobre la doma tradicional y sus modos violentos de proceder.
A mi modo de ver los caballos son mansos y para incorporarlos a nuestras costumbres los manejos etológicos son muy eficaces y además representan un beneficio en términos de seguridad tanto para el caballo como para el hombre. El caballo gana en confianza y esto redunda en el éxito del amansamiento.
Pero lo que sigue y que especificamente podríamos llamar doma implica un disciplinamiento que ya no puede ser encuadrado bajo términos naturales.
Si bien podríamos discutir largamente sobre qué es natural para el caso no habría problema en conceder que adiestrar y domar un caballo para cualquier disciplina es algo "antinatural"  para el caballo.
Para domar un caballo sin lugar a dudas hay que recurrir a una serie de procedimientos y entrenamientos que fuerzan al caballo a adquirir ciertas habilidades y quedar sometido a la voluntad de quien lo maneja.
En este renglón todavía se dan diferentes métodos atravesados por las discusiones que venimos reseñando. Hay un entrenamiento clásico basado en relaciones físicas de fuerza y equilibrio y un entrenamiento conductista basado en actos reflejos que actúan a nivel del sistema nervioso central sin pasar por el cerebelo.
A este nivel de cuestionamiento ya se pueden discutir aspectos más concretos y pragmáticos.
Hay muchos defensores del buen trato del caballo que se inclinan por este tipo de adiestramiento conductista. Hacen ver que con algunos gestos se logra un lenguaje que el caballo comprende y con buena disposición obedece.
El problema no es investigar si hay o no hay violencia física en el condicionamiento. El caso es que el nivel de sometimiento que exhibe el caballo lo hace ver como un autómata sin capacidad de discernimiento.
En contraposición prefiero las técnicas clásicas en las que el caballo todavía puede manifestar disconformidad y hacer pleno uso de sus facultades.
Todo esto que venimos diciendo para llegar a este punto: la discusión o crítica a los métodos tradicionales no pasa por la violencia porque los métodos alternativos ofrecen un panorama inquietante de temor reverencial y rigor psicológico.
Los que defendemos la monta tradicional debemos hacer el esfuerzo de aprender las razones mecánicas y morfológicas que explican y fundamentan racionalmente el adiestramiento del caballo.
Tenemos que poder manejar los argumentos técnicos que llevan a un caballo a expresar toda su belleza y potencial genético.
No hay pues que oponerse a lo racional... la racionalidad está de nuestro lado.

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